Debajo de un puente o eso creo. Ella, esbozaba el saludo de
las primeras chispas del amanecer. Se cubría de manta y cartones que alguien
había dejado por ahí. Ella, somnolienta se elevaba con sus espaldas cansadas,
con sus engeñados cabellos grises por el paso de las estaciones. Con sus manos
temblorosas bebe un poco de vino. Dice, para calentar el cuerpo, para alentar
el alma en su rutina diaria. Cogía su carro de compra como dama de la ciudad
empobrecida e introducía todos sus enseres, una manta y cartones que le servirían
para la noche siguiente debajo de un puente o eso creo…también podría ser un
banco a la sombra de un parque desnudo de vigilantes o por qué no algún
sucursal del poder. Sin más mientras salía de su hueco, debajo de un
puente o eso creo tocaba su flauta.
Tendía sus sucias manos por si alguna moneda rodaba para comprarse otro envase
de vino. Ella era extraña a esta tierra,
decía que no la llamaran emigrante que la tierra pertenecía a todos y ella
rondaba por donde quisiera. Todos la conocían. Ella era una flauta andante, eso
decía. Todo el día hasta que la noche cerrara su melodía tocaba y tocaba. Una melodía suave, resaltada por sentimientos
venidos de un pasado que más vale no pronunciar. Ahora, alcohólica y alojado debajo
de un puente o eso creo se recreaba en su dejadez. No, no iría a ningún
albergue. No, no compartiría su tetrabick con alguien. No, no comentaría sus
penas. Ya cansada y monótona se había
acomodado en la insonoridad debajo de un puente o eso creo.
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