Qué has dicho eso, los vuelos de cernícalos se apagan en la
medida de la rutina. No, no te entiendo. Siempre hablando con las aves que
circulan a través de tu vigilancia en la caída de la tarde. Qué has dicho eso,
lo de los estómagos rajados por la sed y la fertilidad ahuecada en un mundo
inmerso en el hambre. Siempre te detienes y conversas con tu yo, ausentándote de
la realidad envuelta en tus pasos bajo este techo, entre este pasillo oscuro
ahora que anochece con el rumiar de la dejadez. Que has dicho eso, la muerte
oprime esta esfera ambientándola en una tala progresiva de inocencia que duele,
que pena en el sentido de un viento norte rompiente de tu rostro. Siempre
terminas en la nada, hay algo que muerde tu conciencia haciéndola vagar en
penurias alejadas de tus manos. Ya lo sé, no puedes hacer nada, solo, el
emerger de corazón…si, tu corazón en los ojos rotos por el llanto
como duelo de esta tierra. Esta tierra oprimida, devastada, injusta,
insolidaria, desigual por aquellos que hablan de la libertad, de la esperanza.
No, no es así. Qué has dicho…cansada….siempre fija bajo las neblinas de la
humanidad, de las yermas huellas de algunos…de algunos cuantos sobre el todo.
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