No es que la distancia sea extensa sino que el velo de tu
rostro no se conforma con las manos que mece las tuyas. Estás cansada, paraje
desértico donde los mirlos son muerte. Abrazas el mañana, deseosa del
andar por largos arco iris que cae como melena sobre tus hombres. No, no
entiendes que es el ahora, este instante donde reposamos la armonía de nuestros
labios, de nuestros vientres orientados al sol. Esperas algo…no sé, tal vez
sobrenatural que se inyecte en tus venas y te haga….sí, te haga danzar
bella y desnuda cuando la noche llega con la luna atrevida. Estás
desgastada, quemada, ahogada en paraísos
utópicos que mencionan tus pensamientos. No, no es que no sea lo correcto pero
la ventura de cuerpos en las mareas es el ya, aquí, conmigo…después se verá.
Eres extraña….sí, muy extraña. Te quedas mirando a un horizonte
inacabable, inabarcable y estiras tus brazos como si quisieras acariciarlos,
como si quisieras encomendar todos tus movimientos lentos a él. No, qué te digo
que no. Déjalo dónde está y ahora mírame, lindos ojos apoyados en la senda de
la realidad. Mañana es tarde, muy tarde…
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