Lejos, yeguas eufóricas a través de los campos de
cristal. La búsqueda, de sus ojos yertos
en negritud de la ausencia. Arrimadas en las sombras perennes de arboledas
conquistando la madre tierra. El hechizo llega, con la libertad y la pasiva
resonancia del sudor, del esfuerzo ante las adversidades columpiando sus
destinos. Se apartan, se dividen, cada una por la senda a cubrir para el amparo
de sus sonrisas. Ya está bien, han llegado a la cima de sus corazones rodeados
de arco iris que anuncian la paz, el equilibrio entre el firmamento y los
astros que hablan del mañana sostenido en el liar y liar de las manos, suaves,
bondadosas en el auge del amor.
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