La…la, la, la fluye en la inconsciencia de los sentidos
arrimados a las huellas de una tarde húmeda, apática que se va. Adiós, le digo.
Yo sigo con mi la, la, la sepultando restos de un poema amargo, agrio para el
reverder de su mirada ¡Qué suene la música¡ ¡Alegría a los desnudos vientres
que danzan en las remotas grutas del descanso¡ Las estrellas ya embriagan a
este planeta mal usado, asentimos y nos revolvemos bajo la pesadez de un
pensamiento. La…la, la, la, ahora no, espérate un poquito, un tiempo donde la
sonrisa sea brío de la esperanza como brutal explosión de manos que andan, de
manos que se acarician en la inquietud de los misterios, de los secretos de la
eterna felicidad. La, la, la…todavía estoy aquí en el sutil aliento de una
atmósfera que me envuelve para los pasos del mañana ¿Qué será? ¿Qué será? Un
pájaro azul se columpia en las manos, esas manos arropadas de la fértil tonada
de amor, del querer trepar en las arboledas lejanas y viejas de sabiduría. La,
la,la…¡qué suene la música¡ Amante en las orillas verticales de las cartas
ausentes ¿Qué será? ¿Qué será? Años fugaces en la nave de la espera. No quiero oír
llantos, ni gritos. Ahora no, en estos momentos donde el solaz de la memoria se
alza por los caminos exuberantes de unas notas. La, la, la…
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