Todavía no…no he despertados sobre las grises nubes, frente
la tierna brisa que nos ampara en lo grande del abrazo. Duermo, en el fugaz
intento de soñar. Nada, casquetes helados se adhieren a mis ojos enlazados a un
viejo poema. No, no vengas…herida perpetua duermevela de mis movimientos,
indecisos, inciertos tras las bocas cerradas de los latidos de los sentidos.
Sí, estoy pensando…en el sudor de sus vuelos a ras de la ausencia. No, no temo
los latidos sedientos en tundras abogando por mis venas. Pasan las horas y
estoy bajo un árbol sabio, bello distanciado del despertar. Todavía no…no
vengas, aun el letargo amputa mis párpados, mis pasos pequeños en la respiración
del crepúsculo.
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