Sudor. Vasta agua que corretea ante las pisadas somnolientas
de la sed. No sé, la miraba como lejana colina inaccesible donde las palabras
se estremecen a su nombre…ausente, perdido en el auge fugaz de sus huellas. Sí,
estoy sudando…me reprimo y lanzo piedras a una brisa inexistente de ojos
cerrados. Miro el rincón de mis sueños, aves buscando lo absurdo, lo imposible
de tenerte. Me da igual, aquí sigo, sonriendo, sudando. Una cierta burla se
atrinchera en mi estómago y parezco caer…no, no…te espero entre las marmóreas
columnas de cipreses vivos. Mientras el sudor, el adormilamiento de mi
vitalidad en las bocas magmáticas del silencio ¿Para qué nombrarte? Simbiosis de
una atmósfera enrarecidas en el venir del vacío. Sudor, cierro mis ojos y me
dejo ir con cada tecla, con cada nota más allá de la corriente del oleaje,
fuerte, cruel. ¿Qué sabes…?, me digo.
Aladas alcantarillas donde mi cuerpo emerge como esencia de un amor. Lo
demás, pasajeras de unos ojos distanciados en angosto balanceo de la nada.
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