Creo que la claridad borra las centinelas del nocturno. Ya
despierto en los interrogantes abrazados al destino. Todo es incierto, cometas
en el aire ondeando pacíficas palabras llevadas a los corazones de esta esfera.
Somos muchos, es verdad, la realidad es que somos veraces con los vientos
nuevos de una fuerte emoción agarrada a la esperanza. Espérame, digo…sí,
espérame con el latido de las estaciones donde el brío de jardines flotantes
con todo su verdor nos emanciparan de los malignos…pocos, pero sobrellevados en
una crisis mortífera para aquellos que miramos la vida, la tierna aventura de
seguir los caminos blancos. Ahora, aquí sentada, medito y riego sobre mis manos
las manos de otros. Me pongo en su lugar. Un grito de dolor sucede
continuamente en las entrañas de este planeta. No…no hemos madurado, seguimos
en la ruta martilleante del vacío, del
odio. Caravanas en la huída del todo mal, caravanas de indefensas alas
atrapadas en agujeros cenizos. Respiro y me tomo un café a medida que un
cigarro recorre mis secos labios. El humo, en espiral cuenta las batallas
perdidas por la humanidad. Pero no, sigamos en la captura de la paz, de un
nuevo sol luz de nuestras pisadas.
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