Mis manos. Tus manos. Resoplido de oleajes alejándose de lo
cotidiano, distorsión emancipada de los huesos cansados. Nos saludamos. Nos
vamos…por las vertientes donde la ventisca grita la verticalidad de nuestro
querer. Mis manos. Tus manos. Pacíficos astros aventurando el desnudar de una
jornada bonancible, nutriéndose de batallas acabadas en un rincón de este
universo. Mis manos. Tus manos. Silbido espontáneo de la alegría, de esas ganas
de brincar frente a un niño acogido por los pasos encontrados en su mañana, de
una madre acogida por la sorpresa de un nuevo arco iris esbozado
en los muros inexistentes de su pena. Mis manos. Tus manos. Ramas alargadas en
el sonido de la vida.
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