A la espalda, la desnudez se sumerge al amparo del
callar, de viejas notas andantes en el vacío de los nombres. No, no te
recuerdo. Llamaradas galopan sobre mis palmas y observo el decrecer del ayer.
No vengas ahora con una memoria en las llanuras donde la hierba amarilla agarra
nuestros secretos. No, no te recuerdo. Miro la pena de una muralla humana que
se arrima para forrarse de calidez y solo la muerte es caricia que han
de saborear. Sí, he cambiado. No, no te recuerdo. Aves dobladas en zambullir
de la tarde ante el enderezamiento del nocturno, aves colonizando el embeleso de nuestros
ojos…blancos…muy blancos. No, no te recuerdo.
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