viernes, mayo 26, 2017

HIJOS DE LA TIERRA.( OBRA EN DOS ESCENA)





ESCENA 1
Piano, piano. La noche llega con la luna blanca enérgica. Su reflejo es arrugoso sobre el océano. Dos sillas en la orilla. Dos cuerpos desnudos que se dan la espalda. Primero el silencio y luego las voces del alma, de un ayer retorcido en la memoria.

Xx:
Estamos aquí, ahora. El murmullo del oleaje se desdobla, anuncia calma y una vida fugaz tras el telón que nos movemos. No te veo, a espaldas a mi recorres mis sentidos con la fuerza de tu voz. Voz única, esa que nos hace uno solo en medio del misterio del universo. Estamos aquí, tambores de espumas anuncian la llegada de alguna barca perdida en el gemido de la brisa. Rompen contra las rocas. La huida. Se desvanecen bajo la conciencia de la vida, de la esperanza fortalecida por la llegada a la isla de la fortuna.
Yy:
Estamos aquí, ahora. Un tul oscurecido por la nada. Oleaje que continua, oleaje que se evade de las algas y caracolas. Escucha, escucha….ballenas azules cantando en la lejanía. Océano santuario de los espíritus tristes, cancelados de la oportunidad de erupcionar como hijos de esta tierra. La marea sube y sube, ahora hasta nuestros tobillos. Estamos aquí, sentadas de espaldas. Dejaremos que el mar nos arrastres hasta el fin de estas tierras, lejos…muy lejos. Donde no hay cabida para el llanto. Seres de agua, seres inertes en un mundo abisal de huesos pero transparentes a la verdad.
Ballena:
Uy, uy. En la distancia observo dos seres estáticos. No se hablan. De espaldas a todo lo que se mece en su derredor. La muerte vendrá de negro, de blanco cuando la mar alcance sus ojos. Ellas se dejarán. Coloquian en el callamiento, en el vacíos de sus vivencias. Ah, ah. Mi canto no se escucha. Estoy distante de ellas. Noche de luna. Noche de glaciales derrotados mortificando la supervivencia en estos mares. Sube la marea, ellas, quietas. Cuerpo mío no más ojos en blancos.

Tortuga:
Que más da que desfallezcan querida ballena. Al fin al cabo nosotras también feneceremos por sus culpas. Acidez en sus lenguas, hogueras en sus manos. Todo hierve en el sentido del adiós. Hasta entre ellos mismos son depredadores sin remordimiento. Qué continúe el espectáculo. Plástico en mis aletas. Qué me dices a ello….culpables, ellas son culpables.
Ballena:
Culpables….¡culpables del desorden de este globo llamado tierra¡ se irán barridas por el resonar de su inclemencia, de sus egoísmos ante la madre tierra. Puede ser que se arrepienta y no desee ser cuerpos extendidos en deshechos. Para ello han de andar mucho, convencer para toda esta masacre del reino natural que se espera.
Xx:
Viene.


Yy:
Sí, viene.
Xx¨
La sombra de las mareas vienen. Tomaremos el sendero de los desaparecidos. Tomaremos el último aliento del ayer. Nos desenvolveremos con ellos en una danza nupcial agarrada a los espíritus de luz.
Yy:
Las profundidades será nuestro hogar. Sí, viva la danza melancólica atada a las entrañas de este océano. Ellos, los de sueños malgastados se han perdido. Nos perderemos con ellos para el jamás de los jamases vuelva a ocurrir.
Xx:
Olvido
Yy:
Sí, olvido.
Xx
Nos olvidaremos de las risas, de la alegre partida de nuestras manos en el crecimiento de las jornadas. No hay más que decir. Náufragos peinados por el ronroneo del oleaje. Náufragos enfilados en el olvido.
Yy:
Nos olvidaremos del deseo de volar alto y alto. Allá donde el todo nos no alcance. Nos perdemos como seres de la desmemoria. Seremos alas rajadas en el insomne canto de las gaviotas.  

Xx:
Muerte.
Yy
Sí, muerte.
Xx:
No nada más. Las Pléyares están en lo alto. Que nos guíen en la oscuridad.
Yy:
No, nada más.
La marea se empeña en subir y subir, hasta cubrirlas. Desaparecen en  las profundidades del silencio. La noche avanza, mujeres invisibles a la memoria del mañana. Caen y caen en la dejadez, en los pacíficos pasos de la muerte.
Xx:
Adiós
Yy:
Sí, adiós.

ESCENA 2
Noche que se estremece cuando el sol cobrizo sumerge a dos figuras en el desierto.  Aisladas, sentadas de espaldas meditan ante la polución analfabeta de una esfera que se erige al desencanto.  Los alisios se yerguen en este lado de la nulidad de la vida.
Xx:
Ya no hay vida. Todo se ha escondido al despertar del amanecer. Mis sentidos desnudos despliegan elocuentes palabras de esperanza. Algo se acerca. A primera vista es como un punto destrozado en el horizonte pero después se va transformando en una hilera humana de la huída, de la herida arremetiendo contra su verticalidad. No sé lo que piensas tu, de espaldas a mí, ausente y lejana.

Yy:
Todo se evapora, se extingue a medido que crecemos más y más. Fractura existente en el planeta tierra. Este desierto me embelesa. Viene el viento y con el mujeres, hombres, niños tapados para que su estrago sea ahuyentado. Les han robado sus vidas, sus emociones, cualquier acto en la abundancia de la alegría. Ya no hay momentos, instantes erupcionando en sus pasos. Parecen cansados. Yo aquí, detrás de ti. Sumida en el silencio.
Sol:
Dos mujeres que ya no se abrazan. Aquí, en el medio, de la ventolera de la libertad. Deshidratadas y atrapadas. Solo cavilan en la vida. Aquí, ahora, en este desierto donde las almas se esconde hasta el anochecer. Les espera la tumba, una tumba erguida por la arena.
Viento:
Oh, se autodestruyen. Ahí meciéndose con las baladas de mi aliento. Soy mortífero pasajero de brumas oscuras. No, no esperaré. La prisa me ata a ser ventisca mordiente de la nada.
Xx:
Viene.
Yy:
Sí, viene.
Xx:
Nos atrapara y asfixiadas en el desorden seremos ojos tatuados de caravanas inconclusas de seres inocentes.
Yy:
A nosotras y a ellos.  A ellos y a nosotras. Rumiar el grito por la vida. No…no, es imposible, es absurdo en este imparable camino hasta la frontera. Madre que llora al ver a su hijo en el último resquicio de la nada. El todo es estremecedor, las calamidades azotan con sus púas y el engaño de garras que buscan su ida.
Xx:
Muerte.
Yy:
Si, muerte.
Xx:
Un esbozo en la luna perdida. Tal vez ella…No, todo es vacío en esta tierra de piedra y arena.
Yy:
Tú. Sí, tu. Paisaje de tumbas andantes hasta ese océanos que los llevará a ninguna parte. Alambradas salpicando sus ojos angustiosos, mortificados. Qué este acabe. Ya, ordeno mundo de la mentira, mundo descompesado por el equilibrio incierto en  nuestras mentes.
Xx:
No hay más.
Yy:
Sí, no hay más.
Se despiden. Así, de espaldas al ronroneo enérgico del siroco. Atrapadas, ahogadas en sus . Estatuas de arena en la perdida de sus cimientos a ras de la muerte.
Xx:
Adiós.
Yy:

Si, adiós. 

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