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Colgados bajo racimos
de olas quietas, expectantes en el quehacer humano. Es la primera vez que nos
reservamos de nuestro yo y compartimos estos momentos. La mañana clara,
nuestros hijos al lado de nosotros cavilando no se qué. Para ellos tendrá que
ser una sorpresa. Una emoción benevolente el vernos juntos después de tantos y
tantos años. Deberíamos, pienso, repetir estos chiquitos instantes. Seguro que
ellos los recordará cuando crezcan, ya están en la edad donde la memoria hace
fotografía de los felices estados del alma. Tengo pensado dejar el Taxi y
encontrar otro trabajo para que me permita un espacio de estar con
ustedes. Hace tiempo que tenía que
haberlo abandonado. Estoy hastiado, con
un sudor torturante de seguir en la carretera…una carretera infinita al el fin
de mis días. No, no seguiré. Me gusta esta jornada en que nosotros con vistas
al océano nos rodeamos de tranquilidad y amor.
Quiero como tú verlos crecer ante mis ojos. Esto se tiene que ser
sucesivo, repetir cada haz impactante en nuestro pecho y deleitarnos con un
horizonte en su plenitud. Callas pero siento que escuchas la voz de mi reconditez. Larga es la lucha humana por
la supervivencia, llena como dices de asquerosas ratas succionando otros seres.
Es el poder, ellos son los que deberían ponerse delante de un fusil, sobre una
mina, bajo la sed. Guerras inimaginables en pleno siglo xxI . Hasta el agua, se
abaten por ella. Campos austeros y secos desintegrando lo yerto en vida. Agua
que corre, que se expande, que cicatriza, que desbarata a los espíritus en
querer absorberla solo para ellos y los demás la nada del todo. Sed, hay mucha
sed…deshidratadas figuras animadas vencidas por
la lucha incontenible en sus espaldas.
Todos caeremos, en el vuelo de enfermedades venidas del sur. No podemos reírnos
del mal ajeno, de nuestros vecinos…allá, en el horizonte. El cambio de este clima que respiramos, que
anhelamos está perfilando la progresión imparable de ese mal. Aprovechemos
querida mía, queridos míos este mecer del tiempo a ras del océano. Aniquilemos
todo augurio negativo en estos años donde edificamos nuestro crecimiento. Pero
todo vendrá, no vale tanta tecnología. Yo protegeré a los míos, a ti, a los
niños. Cualquier Dios me dé ganas en amplitud de seguir adelante, llegar con mi
cabeza bien alta hasta el final de mis días. Me siento extraño, presiento que alguien nos
observa, que escucha todo lo que decimos aunque sea el silencio bandera en alza
transcurriendo por nuestra mente. Detrás de nosotros existe una sombra, no sé
quién es pero se acerca, viene sin prisas, tímidamente. Me vuelvo y en mi una
imagen conocida ¿ dónde habré visto a este hombre? Mi mujer y mis hijos no
hacen caso, escena de ballenas surcando la belleza…
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