sábado, abril 29, 2017

ELLAS. CAPÍTULO 22

Dices de continuar. Aquí, en estos instantes donde la soledad de los montes nos acogen. No, sigo con mi beso en tus labios. No, sigo con mi vientre en tu vientre. No, sigo en la caricia de tu cuello y despacito te desnudo. Sí, desnudas en la lejanía del barullo estremecedor de cualquier observador. Aquí, en estos instantes donde nuestras manos se cogen al unísono que alguna ave mañanera pasa.  He escuchado todo lo que comentas. Me parece bien, estoy de acuerdo…es que no te das cuenta. Ya somos una, una que se ramifica en el girar y girar de las esferas del amor. No te das cuenta…a veces es como si hablases para ti misma, pero yo estoy contigo, atendiendo tu conversación en estos parajes. No me importa que él venga con nosotras.  Suave, muy suave resbalo por tu cuerpo. Jadeas, inspiras y espiras. Te gusta. Te encuentras sumisa a los halagos del deseo, de hacer el amor en medio de la madre naturaleza. Polvo de estrellas somos y en polvo nos convertiremos. Por qué no entremezclar nuestra pasión con la exultante brisa salvaje de la hierba fresca. Todavía cierto luto te viste, no tienes necesidad, te digo. No lo abandonaremos a la suerte. Tú eres su amiga, una compañera en el placer del diálogo. Cómo no después de tantos años.  Sé que te correo por donde andará. Ya no estamos muy lejos, en unas horas, cuando edifiquemos el ahora nos desplazaremos hasta la ciudad. Lo buscaremos y quizás su quejido no sea infernal. Ya sé que no tiene a nadie. Bueno, estamos nosotras.  Y zas…lo agarramos y lo traemos, seguro que en algún parque estará escribiendo, escribiendo sus sueños, sus fracasos ¡Ay Anne¡ Disfrutemos el momento. Tú y yo. Yo y tú y el ronroneo del boscaje. Cerremos los ojos y dejémonos ir en la aventura de los sentidos censurados en el pasado.  Paso mi mano por todo tu cuerpo, tus senos me embeben en el silbido sutil de la gracia. Te recorro con la lentitud de las horas. Pasan atemperadas en la quietud, en la calma que nuestra desnudez se ama. Todo llega a su fin, continuemos. Déjame vestirte con mis ojos paralizados en los tuyos. Vamos al encuentro de él antes que la noche caiga, antes que los latigazos infrahumanos del desorden lo tiren.  Ya descansaremos…en nuestra cama, bajo una lámpara donde mariposas nocturnas revolotean ¿Has recibido mi respuesta? Tenemos que salvar Solaum. No soy tan cruel, maldita la gana de aberrantes acciones hacia los indefensos. Te hallo desesperada. Tranquila, el supongo en esta mañana donde las nubes no pasan estará simplemente sentado, respirando del aire gélido que confunde el estado invernal con el primaveral.  Detrás de aquella montaña está nuestro hogar, solo unos cuantos kilómetros, no muchos. Venga Anne, quiero desenclavarte esa púa que lastima tu sensibilidad ¡Qué fértil es todo este paisaje¡ Continuemos…



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