Todavía.
Si, todavía ando y ando por estas calles solitarias. Mi ropa ya está seca pero
un cierto helar llega adentro, muy adentro. Intento encender un cigarrillo y
mis manos me tiemblan ¡Mierda¡, lo necesito. Necesito apagar mis ansias, mi
hastío a estas horas de la madrugada. Una luna que emana el brillo de los
desaparecidos. Aquellos que con sus ilusiones se embarcan en la nada y no más
son recluidos en campos donde las trincheras son navajas afiladas. Me los
imagino ahora, en ese desorden, en el resonar de sus pulsos caídos. Ella estará
igual. Sí, Anne ¡Anne¡ ¡Anne¡, me apetece gritar. Alguien se asoma de alguna
ventana y no más que dice silencio o llamo a la policía. Me callo, sigo con un
paso apresurado, huyendo de esa calle. Campos de refugiados donde los desastres
y la injusticia abogan en el crujir del lamento. Nosotros lejos. Este mundo se
eclipsa. Cada vez menos humanos, nuestra racionalidad mantiene al margen el
dolor ajeno, de aquellos cuyos huesos son hermanos a los nuestros. Sí, todos iguales.
No entiendo la partición del camino que anhelamos, que necesitamos. Fronteras y
más fronteras nos hace ser enemigos de unas manos iguales a la nuestra.
Prejuicios nada más. Creencias que declinan ante un dios que se disfraza, que
cambia sin darnos cuenta. Yo no soy creyente, creo en la humanidad, en ella, en
Anne. Pero Anne no me quiere, nunca. Solo hemos sido unos buenos amigos donde
la libertad de la mentira llegó muy alto. Todavía. Sí, todavía ando de esquina,
en esquina con mi maleta, con la luna al encuentro de algún hostal u hotel.
Buscaré en mi móvil, no lo había pensado. Bah…me he quedado sin batería.
Necesito dormir y dormir para despertarme luego de este mal sueño, de esta
pesadilla. La noche con lentitud sigue
su ritmo. Yo paralizado, estático bajo una farola donde los mosquitos giran y
giran en una danza monótona. Ya sé, pararé un taxi y preguntaré. Mi cabeza da
vueltas y vueltas al suceso de ayer y por ahora no comprende. El vacío me hunde
por grutas tenebrosas del callar y la soledad ¡la soledad¡ Qué es eso…no sé,
tanto tiempo juntos, tantas risas localizadas ahora en la tempestad de mis
entrañas. La luna me acecha, su halo es cómplice de estos momentos que serán
eternos en la memoria.
-
Dígame señor, conoce algún hotel cerca.
-
Sí, suba caballero.
Me
subo en el taxi. El mira por el retrovisor. Ve mi llanto. Mi llanto largo y
denso. No dice nada. La ciudad solitaria. Escucha la radio canciones
melancólicas, nostálgica. Me gusta, entro en calor. Le pregunto la hora y me
dice que son las cuatro de la mañana. Llegamos a un hotel, me bajo y le pago.
-Buenas
noches. Anímese usted y gracias.
-
Buenas noches. Gracias por este recorrido.
Gracias
por este recorrido. Sí, me ha sido muy grato con ese hilo musical que tenía
puesto. Ahora me queda descansar. Entrar en hotel y pedir habitación. Es
pequeña pero cómoda. Me desnudo y me doy una ducha con agua caliente, muy caliente.
Me siento en el sillón y escribo hasta que el sueño me amarre.
Querer.
Oscuridad.
Luna
ennegrecida
Tras
el llanto de la caída.
Cieguetud
.
Adiós.
Madrugada
invertida
En
los pasos de la nada,
En
la pérdida de una sonrisa.
Envés
Vida.
Nuevos
rumbos
Tomarán
la rutina
De
ojos yermos
Bajo
el insomnio
De
las cicatrices,
De
las balas emergidas
En
acantilados de hiel...
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