Cabalgando a ras de las constelaciones cuyo dilema enaltece
el avance hacia la oscuridad del cosmos. Ellas, distraídas, sumisas en la
verticalidad de sus emociones, de sus inquietudes abordan ese viaje como
aventura que no ha de acabar sino como plano infinito donde sus pisadas se transforman
en alas amarillas, verdes. Continúan en el sosiego, en el derramar besos sobre
cántaros donde yace la sonoridad del silencio. Se animan, se quieren en el
bello coro de la armonía. Adeus al qué dirán, a las tijeras sobre venas
murmurando despectivamente la atmósfera coronada de caricias, de un amar simple,
admirado por la libertad ¡Suena un piano¡ Allá en las inmensidades de un
universo hueco. Ellas gritan, ellas se elevan, ellas se desbordan de los
manantiales cuyo eco viene a visitarlas. Beben de él, exhaustas, agotadas ante
rostros asimétricos a sus huellas…y siguen, continúan en las zancadas con el
brío de jardines plateados eternos aunque llueva, aunque lo gélido de sus manos
la ampare la nada. Llegarán, claro que llegarán a ese rincón de grutas cálidas
donde sus corazones permutarán noche tras noche.
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