Sagrados riscos
Habitados por las baladas uniformes
En el estrecho vuelo de la inmortalidad.
¡Zas¡, un oleaje en su entereza
Nos arrebata el regreso
A nuestra orilla, a nuestro horizonte.
Ojos negros difuminados
Por el tiritar de una pardela en su llanto.
Ahora me doy cuenta
Ando en los acantilados obtusos
Donde el aullido de un violín
Se asemeja a tormentas disipadas
En vaivén de los años.
No. No soy fiel a la condena
De la existencia en los caminos arduos
Bajo la sombra de la oscuridad.
Me elevo.
Me marcho.
Riscos sagrados
En la ausencia de malgastadas ganas.
Hija preñada de quebradas rocas,
Hija ondulante en el desafuero del aliento
Que viene con la atrofia de dioses desahuciados.
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