Las cinco de la mañana. Carretera solitaria donde la existencia
camina rumbo a la nada. Fuga de lo
incierto, del vacío de sus hogares quemados por la hambruna de la muerte
blanca. Ojos caídos en el ahorcamiento andan con pasos acabados. Hace frío,
mucho frío. Desde aquí miramos la tiranía de esta esfera imperfecta, mediocre y
cerramos puertas, ventanas, abotonamos nuestros párpados, nuestra lengua en el
mutismo. Vida, no me dejes aquí en el agónico circular de la existencia en
vacío. Supongo que el sendero de la paz será recreada para no agotar la vida.
Hace frío, mucho frío…la vida, cíclica postrada a nuestra espaldas. Todo tiene
que acabar para empezar de nuevo. No hay tregua. Y otra vez aquí estás con tus
esputos grotesco tirándonos, tirándonos. Cinco de la mañana, avanzamos hacia
ti. Sí, hacía el final del túnel donde la luz es carcomida por una sola mano,
la nuestra, la de esos llamados dirigentes de lo aberrante, de la malignidad
¡No¡ Lugares remotos donde el tiempo es huída del ahora. Vida ¡por qué¡ somos
resonar de espejos quebrados bajo nuestros pies desnudos. Cinco de la mañana,
míranos, hace frío…
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