Que viene.
Que viene.
Disfrazada de luciérnagas
Abogando la calma de los truenos,
Alzando la paz de los ojos
Que miran acantilado arriba
Cuando las constelaciones
Se desnudan en el rotar y rotar
De la esencia de las manos.
Sí, viene
Con su panza abultada de una felicidad
Corriente de pardelas sudorosas
Ante la inminente presencia de su faz.
A ras titubeamos con ella,
La defendemos de la contrariedad
Emergida de las fauces grises
De un escudo ensangrentado, moribundo.
Ahí, una barca
De cuerpos bordados por serenos cantos,
De cuerpos reconstruidos en la calma
De una ola que viene, que va.
Aquí está, no nos abandones
Con el soplido socarrón de los demonios
De la humanidad.
Danos aliento, refréscanos con el auge infinito
Sostenido en un horizonte placentero.
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