Ven. Suelta esa melena a las lluvias primerizas de un otoño
lamido por la sequedad. Ven. Sube en los sueños sepultados bajo añejas
arboledas estáticas, esperando que tus manos desentierren de esas raíces de las
que te nutrirás. Ven. No esperes, desenrédate con los retazos de un viento que
hace girar y girar en hogueras de la fecundidad de tus deseos. Ven y quédate
con el ánimo de pétalos acariciando cada mirada en el infinito ¡El infinito de
los instantes¡ Verdaderos, puros, límpidos a espaldas de tus pasos. Ven. El
nocturno se hace transparente tras un cielo violáceo donde suena tambores,
gaitas, chácaras al ritmo de cuerpos adheridos a la vida.
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