Octubre. Es octubre en las horas precoces al amanecer. Un
horizonte anaranjado azulado son ojeras de este aroma que nos rodea. Traerá la
lluvia, una lluvia mezcla de las sonatas alejadas de las aves en su revuelo con
la claridad. Ahora estoy inmersa en el tejer de un sueño. Un sueño puro y
verdadero abogando por deseo impaciente de verticales espejos donde nuestro
rostro sea sendero de la paz. Me tomo un café, un cigarro gravita con su humo
en este diminuto espacio. Paredes de un blanco gastado me rodean y miro el
titilar de mi ropa de hoy. Monotonía consumiendo las jornadas. Me peino, agua
que corre por mi tez desabrida a la par que renazco en la aventura del vivir.
Octubre. Es octubre en el parir una hechizada memoria que viaja, que se
consuela bajo los estados del yo. Coso un botón caído, me amarro las playeras,
me pongo una blusa y soy corriente del asfalto. Por ahí navega un meditar que
me vierte en la ensoñación galopante a través de la ciudad. Mi pulso se calma
después de ser velocidad desorbitada ante ojos muertos transeúntes del vacío.
Aquí estoy, en estos momentos, saboreando del sudor alegre, de mis piernas
cansadas por el ritmo de la brisa que me acoge. Octubre. Es octubre y la luz
viene, ya es hora de descansar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario