lunes, octubre 10, 2016

DIVAGACIONES DE UNA NOCHE DE OTOÑO...

Cerrada. Cerrada noche donde los grillos cantan a los pasos guiados en la profundidad del cosmos. Estrellas, nebulosas, galaxias se enaltecen cuando como ojos somos tentación de ser vigías en el movimiento relativo de su lejanía. Subimos al roque más alto. El asombro conquista una sonrisa de vida ¡Ay la madre tierra¡ Que pequeño somos. Sombras nada más, sombras minúsculas en un espacio grandioso como es el universo ¿Estamos solos? No. No quisiera pensarlo, el vacío de nuestros espíritus emerge en la energía cuando nos vamos, idos más allá de la oquedad de un nicho, de un agujero. Viajamos  a través de las ondas espaciales en un ritmo lento para que la luz regrese a nuestro yo.  Y aquí el pleito, las guerras abusivas que atascan las calles de sangre, de un tremendo horror visionado por la inocencia de la impotencia. Llanto. Llanto que se alarga y detiene frente a una estrella fugaz, un meteorito desintegrándose al rozar esta atmósfera agreste, repleta de desahucios al propio ser humano. Sí, humanos nos llamamos. Terráqueos en alguna parte de Andrómeda. Horizontes lejanos se avistan tras una lente, muy lejanos. No sé…espero que esos otros mundos, esas otras historias no sean replica del hambre, del desgarramiento, de las penurias no lejos de aquí. Seguimos abogando en la vieja espera, espera acosada por el milagro de otros ¡Ay madre tierra¡ Ven a por mí, bésame, hacer el amor a ras de la ventura de las arboledas sostén de la verticalidad de nuestra respiración. Cerrada. Cerrada noche…

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