Qué se escucha. Qué es lo que la
sordera permite la luz de mi estática esencia. Son flautas, arpas, pianos y
violines enhebrando la risa de una aurora donde el océano, frente, hace
erupcionar gaviotas gigantescas en el
paso de la tranquilidad. Despertamos como ausentes colinas donde el ronronear
de los ciegos cementerios nos ahuyenta en el curso de nuestras manos. Un cielo donde las filigranas solares
amamantan el tierno oleaje, una brisa que regresa sin el quejido del silencio,
de la nada escalando en la meditación de las almas que se congregan en la verticalidad de una paz. Navegar bajo las
secuelas constructivas de un corazón que llama, que anhela sus singladuras a
través de espejos de bruma. Y suenan flautas, arpas, pianos y violines en el
rito incesante de un tic-tac del
destiempo, de mujer de raíces que se lían a las solemnes gotas del continuar
sobre los sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario