Ojos calcinados,
Pantanosas hogueras
Que nos embriaga de sudor y sangre.
Raíces cenizas al encuentro
De las lágrimas de un manantial desierto.
Columpiarse en el inquieto viento
Que viene, que nos hiere
En su impertinente desvarío.
Y nuestras manos…
Borbotones de un lamento
Que nos augura
Atmósferas enrarecidas
Por el fallo de nuestras huellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario