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laguna198@hotmail.com
Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
No haces caso. Un océano verde,
revuelto en melenas blancas que azotan a los cuerpos desnudos que se hunden en
el. Rocas rociadas de algas que amarran los vientres llenos de ilusión. Te vas.
Te sumerges bajo las aguas al encuentro de la libertad….así, con tus sentidos
en vertical. No temes. No eres huida, te enfrentas a la deformidad del oleaje
en una danza de lucha, de fuerza contra corriente…y es que te apetece, te da la
gana. Como te admiro. Baño prohibido en estas aguas y tu sin embargo te haces
gigantesca contra el miedo. Sigue así,
en la danza de tu cuerpo con el mecer de ese mar envuelto en fronteras
irrompibles. Para ti no hay parada, yegua salvaje que se extiende por el abrazo
cruel de esa masa verdina. Ahí, el horizonte. No haces caso. Te observo. Confío
en que pronto regresarás elevada por caracolas a son de su eco. Grande, por qué
eres grande ante la desafiante corrosión de la vida. Ahí estás…deja, espérame
que seré como tú, ser de la nada que brota en la cima de olas bruscas, crueles.
Nadaremos hasta el límite de espejos que insuflan gaviotas doradas del sudor,
del sudor ensangrentado del reto de los sueños. Edificaremos alguna canción…sí,
si la,la,la ….ya está aquí, con nosotras empujándonos en el creciente halito de
nuestra existencia.
El firmamento
luce su traje de gala con sus constelaciones bajo una luna aletargada. Me voy.
Te dejo. Me despeino y corriendo me aparto de ti. Mi última visión fue una casa
lejana, de techos floreados donde un manantial te amamantaba. Sí, con esta observación
me largo, avanzo callo abajo en medio de farolas que dan sentido a mis
zancadas. Te diré que siempre estarás presente en el proceso vasto que deriva
la existencia. Sí, te recordaré con las alas abiertas y hechizadas por el
trenzar de unos arroyuelos que caminarán por tu cuerpo desnudo. Sigue bailando…sigue,
te imagino en un ensueño, en un despertar mezclado de poesía y cantos a los
dioses de este universo. No más me preocuparé por ti. Parto donde el destino
sea desenlace de mí continuar en la verticalidad de una lucha. Sí, luchar por
la vida, por las felices cascadas que caen a un cuenco que se rebosa de
dignidad y benevolencia. Uf, noche de
calor. Noche de un sueño de verano en que has logrado exteriorizarte bajo el
abrazo del amor, de tus deseos. Adiós amiga. Ya sabes…colores pinta un rincón
de mi corazón que siempre dará la bienvenida a los lazos pintorescos, alegres
que andan por este mundo.
Qué se escucha. Qué es lo que la
sordera permite la luz de mi estática esencia. Son flautas, arpas, pianos y
violines enhebrando la risa de una aurora donde el océano, frente, hace
erupcionar gaviotas gigantescas en el
paso de la tranquilidad. Despertamos como ausentes colinas donde el ronronear
de los ciegos cementerios nos ahuyenta en el curso de nuestras manos. Un cielo donde las filigranas solares
amamantan el tierno oleaje, una brisa que regresa sin el quejido del silencio,
de la nada escalando en la meditación de las almas que se congregan en la verticalidad de una paz. Navegar bajo las
secuelas constructivas de un corazón que llama, que anhela sus singladuras a
través de espejos de bruma. Y suenan flautas, arpas, pianos y violines en el
rito incesante de un tic-tac del
destiempo, de mujer de raíces que se lían a las solemnes gotas del continuar
sobre los sueños.
Lo siento por la
tardanza. Llevo días mirando a través de la ventana a oscuras y te veo ahí, en
una esquina aguardándome. No, no esperes más. El dolor es irreversible. Tu
formas parte de esa ayer que hay que despejar, alejarse sobre nubes claras y
profundas que me deleiten con otros ojos, otros rostros, otras manos. Perdóname.
Pero aquí jamás entrarás. Sí, aquí donde el mutismo es sombra que mece
mis pasos por esta casa de blancas paredes. No me das pena verte ahí,
esperando, esperando…¿para qué? Nuestra amistad no va de nuevo a funcionar,
existe cierto retoque de destrucción por lo que he decidido ser ausencia de ti,
del pasado. No, no mires más a mi puerta, vete y se feliz con tu vida. Tu para
mí no eres más que un vago recuerdo que me embrutece por lo que te pido que
seas humos que se expande en otros pasos, largos, muy largos donde los míos no
coincidan. No estoy tan mal como piensas, solo, elaboro el crecimiento de mis
nuevas rutas. No me verás más y si acosa seré negro antifaz que se esfuma con
el aliento de un tropiezo. Hoy ha refrescado y me alegro. Me alegro por ti.
Márchate ya. No soporto el peso de la vigilancia, de las viscosas brisas que se
me pegan cuando yo no lo he buscado. No sé si está será la última carta pero si
me despedida. Si quieres saberlo ando
escuchando música. Ya sabes mis gustos, mis preferencias, siempre las mismas.
Ahora no te veo, pero te diré que estoy desnuda, bailando al son tambores,
flautas y pianos que ponen en equilibrio mi conciencia. Sí, mi conciencia. No
es que te desprecié. Pero comprende: eres pasado. Miro fotos y fotos, las estoy
quemando, aquí, en un cubo. No te das cuenta y por tu cerebro pasa que estoy
mal, muy mal. No, no es así. Los años pasan y el tiempo no se detiene, todo lo
del ayer en el hoy para mi es una farsa, una mentira del destino. Por ello eres
invisible, eres desestructurada noria a
la que no he de subir. Que vaya bien, que los astros te guíen bajo el flujo
incesante de tus idas y venidas.
Viene la caída de la tarde con su
torpeza húmeda. Cada movimiento son gotas de sudor que se arriman a mis muslos,
a mis senos. Siento agotamiento. Y ahí, frente a mí, la mar en su grandiosidad.
Pero hoy no tengo ganas…¡maldita la negatividad de sumergirme en su cuerpo
azul, verde, gris¡ Mientras observo la ausencia del oleaje, la ausencia de unas
palabras que anuncien la complicidad de las miradas, de las manos que al
unísono erosionan toda pisada rebozada de contrarias andaduras.
Un calderón se
arrima a la costa, cae en la arena en su último halito de libertad. Yo ante él.
XX:
He venido aquí con la
enmarañada secuela del hombre. He venido
para fallecer en las manos de esta arena: tersa, agradable. He perdido a mis compañeros,
a mis compañeras en las travesías por este globo turbio, de un ambiente que
mata, que daña de manera irreversible las mareas. Estás ahí, fija, mirándome.
No sabes que hacer. Déjame que muera en paz, así, solo con el acogimiento de
una luna que dará brío en otra dimensión distante a la vuestra.
çYY:
No puede ser. Una ballena moribunda. No se deja atender ¡Qué
hacer¡ Vamos amigo, surmejárnonos en la
extensión de este océano. Yo iré contigo.
XX:
Mis fuerzas son nimias, caídas, aletargados bajo el influjo
de la vida. La nada me ronda, me hiere. No puedo.
YY:
Si que puedes. Pediré ayuda, una ayuda que nos lleve a las
profundidades de las mareas.
Y pidió ayuda. Agitada en su avance con celeridad llamo a
las gentes que por allí pasaban y olisqueaban ante la oscuridad cercana. Le
llevaron hasta las aguas espumosas de la libertad. De repente se sumergió en
medio de las miradas y ella también. Se alejaron en el gigantesco y bello
océano.
YY:
Estamos juntos en lo hondo de esta sábana arrugada azul. Es
noche de luna. Respiro y vuelvo otra vez a ti.
XX:
Sí, juntos. Gracias amiga. Agárrate fuerte a mí y nunca te
separes. La muerte es espejo hueco que no me interesa ahora penetrar. Estoy
bien así, contigo.
Zz: iac…iac. Surco los mares y que encuentro una mujer y una
ballena. Van juntos ¿a dónde? iac …iac. Parecen felices. Me acercaré a ellos.
Buenas noches, permitir ir en vuestro viaje ¿A dónde vais?
YY:
Ha ningún lugar. Solo el sentir la frescura de este océano,
solo el sentir el amor por la madre naturaleza . Ella nos dirige. No sabemos
cuál será nuestro final. Alguno habrá porque no somos eternos. Eternos son los
instantes que saboreamos con nuestros seres queridos sea de la especie que sea.
Zz:
iac…iac. Voy con vosotros. Más allá del horizonte existe un
paraje exquisito donde las palmeras dan sombra a nombres anónimos.
Xx:
Eso. Me gusta la denominación de ese sitio. Sí, somos
anónimos a los ojos escarchados de crueldad, a la huída masiva de almas hacia
un destino incierto, a la masacre del medio natural.
Y llegaron a la isla de las sombras de los nombres
anónimos. El calderón se quedó en el
océano, vigilante, catando los movimientos de ella y la gaviota. En la orilla
huesos y más huesos de formas distintas, de seres llevados a la ventura hasta llegar al descanso, a la
paz.
YY: Me reactiva está ínsula en medio de la nada. Solos. Sí,
fuera de toda proyección influjo de la demolición de las buenas artes de la
nobleza de los corazones. Dime Zz que haremos aquí. Noto un cierto olor
agradable, atrayente.
ZZ:
Iac…iac. Es la fragancia de los espíritus que vagan en
silencio. Es la voz muda de la apacible venida de la libertad. Aquí encallan.
Aquí se refugian de las tempestades tenebrosas del egoísmo que aflora en este
mundo. Niños, mujeres, hombres se condicionan en el vaivén de sus derechos
asumiendo el bienestar que nos ofrece
este pedacito del planeta. Ahora me voy
con Xx, te dejo.
YY:
Sola. Calladas maneras de estar bien consigo misma. Ahí, a
lo lejos el calderón y la gaviota. Me protegen….así, en la distancia. Aquí echaré
mis raíces, me liare en lo profundo de esta arena y seré sosiego, calma sin que
nadie difumine mis huellas de lo que soy y seré.
Y se quedó en la isla. Sí, se quedo con los afluentes que
crean beldad, con las almas que flotaron alguna vez aquel retazo de paz, con ZZ
y XX como vigías de sus singladuras por allí. A lo meses alumbró otro ser,
medio ave, medio mamífero marino, medio humano. Y sus ojos alargaron la
felicidad en sus juegos.
¡Cómo bailas¡ Así entregada en el
seno de un cráter que arroja besos
esperanzadores a tu alegría ¿Has despertado?... Sí, con el fructífero gancho
que te lleva y trae por las tierras de la vida. Me contento con solo saber que
tu sonrisa se yerta sobre océanos verde azulados en el quehacer cotidiano. No importa el paso del tiempo, esos instantes
acalorados por amargas tatuajes que ahora se alejan. Te diriges en torno a
hogueras donde tu corazón sopla al ritmo ciego del dolor, del daño. Aquí estás…¡cómo
bailas¡ Así mujer del viento, de las aguas que galopan tras el refugio alto y
cálido de las emociones ¿Te has levando? …Sí, en el grandioso círculo que nos
permite ser seres dispares en este dimito mundo. Ahora, sigues, giras en torno de una caricia entregada al
aroma de tus sentidos. El hechizo de tus ojos, desnuda te hace ser perfecta en
esa danza con la lluvia. Qué llueva…que llueva para el reflejo de una historia
que no ha de acabar ¡Como bailas¡ Deja que arrime con la exactitud de tus
labios, de tu vientre en las esferas desconocidas de los rostros, de los pasos.
Corres y
corres. Te eriges sobre un arco cenizo. Deseas ser aliento del ambiente que te
rodea. Pero, incapaz, te hundes en ciénagas donde se estremecen tus huesos, tus
ojos. Corres y corres con el fin de espaciar cada rito del grito a la oquedad
del callar de tus paredes. Un quejido en la lejanía, un desorden que te presta
el destino y tú no quieres entregarte. Miras la rueda que se erigen al norte.
Sí, allí, donde las montañas se cubren de un verde brioso a tu mirada. Corres y
corres. Te adentras en la espesura de su hermosura, de su lindeza. Te ves
reflejada en un arroyuelo. Arrugas de una vejez precoz, canas del daño que se
anticipado antes de tus vuelos sublimes, efímeros bajo la orden de la libertad.
Luchas, otra vez el tintineo de tu corazón, de tu alma que se vuelve azul. Sí,
azul en el equilibrio madre naturaleza y tu. Corres y corres hacia el pico más
alto. Allí, alzas tus brazos, tus ojos y observas el devenir del mañana. Coges
una piedra y escribes en el aire que te rodea tus propósitos. Un pinzón azul se
te acerca, se te arrima con el cariz de la belleza. Os miráis y con la lentitud
de la caída del día eleváis vuestro cuerpo más allá del mar de nubes. Ahí está
el don de la vida, el don de las preciosas posturas del anochecer. Las
constelaciones te guían, te hablan…dicen de un paraje más allá de tu ser
vetado, de un lugar donde la esencia de nuestro yo se mece con el ronronear de
la verdad.
Querida Anne:
¡Que pasa¡ ¡Qué ocurre¡ He dejado una nota bajo tu puerta. Mis nudillos ensangrentados no pueden más de tanto zumbar y zumbar tu puerta. No me has abierto. Estoy aquí con nubes plomizas sobre mis sienes, una brisa fuerte me golpea la cara y me siento divagar en algo indescriptible, imposible. Miro tu puerta, tus ventanas y hay resquicios de una luz que va y viene. Entonces, estás. Por qué no me abres. Ya te dije que mis alas vendrían a solaparse con las tuyas, tan pesadas, tan agitadas en la densidad de un pasado que no merece nombrarlo. Ahora, desde una esquina, espero que seas naciente de tus ojos. Soy vigía de tus huellas pero ni rastros. Estás enclaustrada en escarcha, en las hogueras del olvido. No. No…no olvides que soy tu amiga. Tengo frío de tanto y tanto esperar ¿Es qué no lo entiendes? Tu, ahí, sola bajo fantasmagóricas tonadas que te dan de beber amarguras. Si quieres nos vemos en algún sitio. Acuérdate de aquel parque que tanto te gustaba. Ese parque donde las horas no pasan hasta que las estrellas nos dicen que es hora de despedirse. Te imagino encogida, con el frío de tu cama tumbada, pensativa, alargando tu mano a la muerte. Escríbeme por favor, te lo ruego. Estoy aguardando un sol cuyo influjo caiga sobre tus espaldas, que te empuje sobre puentes verde-azulados llenos de gozo. Dime, ¿Cómo te encuentras? Luces que vienen y van. Me quedaré en esta esquina noche y día., día y noche a que tú me respondas. Todas las jornadas cuando la aurora sea acompañada de los pajarillos te dejaré la misma nota. Date cuenta de que no puede ser seguir con este ritmo. Te imagino andando con lo vago de tus piernas tras esas puertas, dudosa si silbarle a la vida. Sí, la vida querida Anne. Estás aislada en una película en que tu eres la única protagonista, no te duelas más. Luces que vienen y van. Muévete en ese ambiente donde arboledas y mares te quitarán tus pesares. Sé que no me quieres ver. No te miraré a los ojos, a esas ojeras que agujeran tu rostro. Camino tranquila por esta ciudad donde el relieve de sus coloridos edificios llama mi atención. Adoquines piso y me hace retroceder a ese instante eterno cuando nos conocimos ¿Te acuerdas? Si ese lugar donde piscinas naturales eran barridas por el oleaje intenso. Éramos felices y ahora, en este momento te has ahogado de tanto y tanto luchar por arrollar las tormentas de tu alma. Me siento, aquí en la esquina, me da igual lo que piensen de mí. Ya sabes, solo tienes que abrir la puerta y mirar al frente. Observo las flores de tu pequeño jardín y están decaídas, descoloridas. Ánimo querida amiga. Podaremos, regaremos , moveremos esa tierra de nuevo y verás que todo lo que muere luego renace con mayor belleza.
Abrazos, Luam
Y Luam no se cansa. Una y otra vez toca la puerta de Anne. Ella no responde, se esconde del arte de las andanzas de la alegría. Luam preocupada, indecisa se queda en la esquina frente a su casa.
Un piano. Canto de olas que vienen y
van. Un cuerpo desnudo en los círculos de la salada espuma. Algas. Mar de
fondo. Naturaleza que brota en el sentido de mis manos cuando a cada braceada
se hunde en sus entrañas. Todo es sereno. Todo es silencio. Solo cuando en la
superficie tus ojos observan el infinito de los astros en la caída de la tarde.
Verdes rocas, sedoso tacto y la caída invisible de un faro que remienda la
huída. Ahí están, barcas en la deriva de sus sueños, de sus anhelos
balanceándose a través de la opacidad de estas tierras. Sigo con lo mío, sigo
igual. Braceada tras braceada hasta llegar el fin de esa barra que equilibra
profunda ondulaciones y la soledad. Me elevo, me edifico a lo largo de su ala.
Solo yo y el océano. El océano y yo. Un piano. Y a lo lejos una playa donde el
gentío son esqueléticas secuelas de la nada. Tengo que volver. La marea
asciende hasta mis muslos y de nuevo soy hondo arrullo de las lánguidas olas,
la luna me avisa, las perseidas se consumen en la luz. Nado callada, estatuas
de caracolas me guían bajo la noche. Ahora , aquí. Mis brazos, mis piernas, mi
vientre arropado por la tonalidad del sosiego. Ahí están las barcas en la
deriva de sus sueños, de sus anhelos. Corriente que enajenan sus enterezas
hasta no más que estar liados campos de rejas. Inspiro y espiro, una
respiración que me ata sobre un llanto. Mi alma, presa, se consume guiada ante
el derrumbe de sus manos ante la libertad. Continuo en las espesas y
aniquilantes alas que escucharon ¡Allá la fortuna y el aliento de vuestros
vuelos será mecer de la dicha¡ Todo se apaga, me arrullo entre sábanas. El
calor es lengua pegajosa transmitiendo la pesadez.
Me has respondido. No me lo esperaba. Tu letra vacilante y temblorosa
describe las brumas que en ti se visionan. Triste, decaída e insegura. Pareces
tambalearte sobre una cuerda fina que rompe cuando tus alas desusadas se
desnudan ante las mortíferas lenguas que has de cruzar. Basta ya. Quiero
elaborar en ti una sonrisa, una pizca de paz que te lleve, que te adentre en
cada jornada con ganas de vivir. Me preguntas como estoy. Ya te lo he dicho, me
hallo en la verticalidad de faros vigilante de mis sueños, de mis deseos. Ando
por senderos donde la lumbre de astros conquista mi alma hasta los límites de
gravitar en oleajes serenos. Calma repito…una calma que me aleja de todo mal
que sin embargo en ti se vierte. Deberías pronunciarte al juego de evadirte.
Ven a visitarme, te espero. Siempre te he esperado bajo las serenas fragancias
de amapolas volando a ras de la tierra batida. Ya sabes donde vivo, en esa
esquina de un barrio equilibrado donde los niños corren con sus perros
amarillos tras el sol de la tarde. Sé
que no vendrás, que la negatividad de tu espíritu te usa de tal manera
cancelando todas idas y venidas. Pero me alegra. Me alegra que me hayas
respondido. Al menos se algo más de ti aunque sea en el llanto, en las penurias
que roza tus dedos. Aquí estoy haciendo dibujos tras dibujos, obrando en el
sentido de mi yo. Tal vez te envía alguno…no sé, como quieras. Hoy he escuchado
el rumiar de la mar de fondo, todo turbio, en mi nadar cotidiano. He tenido que
emerger entre el bochorno del ambiente y regresar bajo mi techo. Pero tú….pero tú
no asomas tus ojos oscuros en la luz de singladuras por las calles. Te
escondes, te escabulles aferrándote a un negro aire del ayer. Déjalo ya. No
sirve lamentarse, tenemos que pisar firmes, sobrevolar más allá de la conciencia
e inmiscuirnos en veleros del horizonte.
Abrazos, Luam
Luam se
despide en destello de una luna veraniega. Se asoma a su balcón, la marea ha
bajado. Siente ganas de zambullirse pero no se atreve, es muy tarde ya. Se
queda pensativa con la mirada fija al firmamento. No sabe como socorrer a Anne.
Anne, querida Anne, se dice para sí misma. Cada día más estropeada, más
deteriorada, sumergida en la penumbra. Le duele. Todo duele. La ceguedad de
esta la lleva a la calle. Se le apetece dar un paseo, refrescarse con la brisa
marina. Cuerpo andante de la luna llena cuando las miradas duermen en sus
inquietudes. Regresa y sobre su mesa esa carta que ha de enviar a su amiga. Ay
su amiga duermevela de la impulsiva agresividad de los vientos que someten su
rostro, sus ojos a un quejido. Coge una maleta, echa unas cuantas cosas y se
va. Se va con ella antes…antes que las huracanadas agujas del destino la
revienten, la tiren en fosas de espejos rotos. Sola, por la calle, con el
murmullo de una brisa fresca avanza a la parada. Lleva la carta con ella. No
quiere dejar algún rastro, su emoción se emancipa de la alegría. Amarga sigue
mirando esa luna llena. La llama y la llama como antigua compañera de sus
singladuras, de sus besos.
Incesante. El martilleo imparable
del tiempo bajo las cenizas evocadas por la mediocridad humana. Estamos bajo los efectos de la inconsciencia
propagándose a través de espejos rajados de tanto y tanto mirarnos.
Te escribo por qué me apetece, me da la real gana de hacerte llegar el
temblor de las arboledas bajo la humareda de nuestras pisadas. Es terrible
¿Cómo sofocar tanta malignidad? Me rompo, me escuecen las manos a medida que
mis palabras eclosionan esta carta. Jornada plomiza bajo los efectos de un
viento que daña, que desarticula cualquier maniobra para sofocar las llamaradas
de la muerte. Ya sé…ya sé que estamos en una estación veraniega. Pero qué más
da, siempre hay una garra ensangrentada y venenosa que irrumpe en el sosiego de
estos días. Ahora permanezco aquí sentada, frente a las noticias que se van
derivando en esta estropeada esfera. El me vigila. Sí, él, mi amor. Pasa detrás
de mí observando lo que escribo, lo que por mi mente pasa e implanto aquí. No
me pregunta nada, supongo esta sensible mujer disparando a lo que la hiere. Me
levanto. Me doy la vuelta, te dejo. El me mira. Una lágrima cae por sus
mejillas morenas.
XX: Pero que haces mujer con esa carta. Ella ya lo sabe, lo
sabe todo el mundo.
YY: Ya. Pero intento compartir con su esencia cada gota de
pena que me estremece.
XX: Bueno…bueno, está bien. Pero no te entregues tanto a
esas cartas. Te olvidas. Sí, te olvidas de mí y te envuelves en un sudario de
lástima.
YY: A alguien he de expresar mis sentimientos. Tu..¡Tú no
escuchas¡ Te aísla bajo los efectos del alcohol. Como lo detesto. Ese olor que
insuflas cuando me hablas. Cállate, por favor. Mis manos se extienden sobre
esta carta, esta tersa hoja que será enviada con toda mi pasión. Tu no entiendes.
Estás sordo. Sigue con tu bebida, vas bien, un camino de hogueras que harán
exaltarte en disparates.
XX: Déjalo, sigue con tu carta. Me voy.
Aquí estoy de nuevo.
Se ha ido. No soporto su aroma. Me desgarra a igual que las cumbres nevadas
de siluetas de fuego. Espero que esto
termine pronto. Ahora te dejo. Me asomo, el calor es agobiante, anunciador de la
desgracia. Pero todo tiene que terminar…sí irse lejos, muy lejos donde el
infierno latente no nos aceche. Adiós querida, soy ausente, soy vertical monte
que se queja y queja, soy ave asustada en los paisajes calcinados que antaño
eran bellos, muy bellos ¡Ay la belleza¡ Armas arremeten a la madre tierra, armas mortíferas para su
continuar, para su auge en lo perfecto.
Se despide yy
Incesante. XX regresa aun más embriagado. Acapara así sus
gemidos, yy lo detesta. YY se va hacia la ventana, una corriente erecta de humo
impregna este aire que respiramos. Se
desvanece, XX la mira, es huida de todo horror, de todo llanto.