Corres al encuentro de yeguas salvajes que te ofrezcan el
don de la irrealidad. Te apuras en tus sueños y viertes lágrimas negras sobre
astros estáticos. Viene la noche. Con su coraza de fornidos gemidos. Lloras y
lloras, no lo entiendo. Intentas escalar a ras de ortigas ciegas que amputan
tus deseos, pero, lo intentas y lo logras. Logras el desvanecimiento de la
oscura pena que se agita en tus senos, en tu vientre. Cantas…cantas muy alto.
Quieres que te escuchen, que te escuche algún ave de la noche, alguna luna de
este cosmos enigmático.
Vive
Vive bajo los fuegos
veraniegos
De la esencia de tu
aliento.
Vive
Vive sobre las mareas
indefensas
Donde tu cuerpo danza
y danza.
Vive
Vive con el solo de
una guitarra
Edificando tus
sentidos.
Vive
Vive en la entereza de
roques
Que aman tus pies
alados.
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