viernes, junio 24, 2016

Te escribo...





Te escribo. Sí te escribo con las alas empolvadas de cierta nostalgia que penetra y penetra en vientre azul. Me arrincono en estas palabras que soplan al vacío. Cansada. No sé por qué. Me siento cansada. Un cernícalo viene a buscarme con su vestido pardo y me lleva por senderos donde yeguas se precipitan eufóricas en la ventura de hallar ese talismán que le ofrezca sueños benevolentes. Vuelo y vuelo….sí, vuelo más allá de espejos rotos que pisan mis manos agotadas. Y el por qué de esta declaración….no sé. Hoy he visto el sonar de campanas que se encogen y estiran en la prolongación de mi sombra. Será la muerte. No. Son los pedazos de heladas miradas que se ofuscan en la caída de una tarde. No te llamo ¿Para qué? Mi voz temblorosa arruinaría cada pieza implantada en nuestra extensa amistad. Sí, te escribo, dame tu mano, dame tus palabras, algún tipo de conversación que me libere de esta pesadez. Jornada gris, jornada terrosa que empaña nuestros rostros. Y la luna, ¿dónde está? No es tristeza, ni nostalgia simplemente un eco ciego de desgana. Me desnudo. Me fumo un cigarrillo. Agua fría corre por piel, agua que me hace revivir, continuar en este destino. Recuerdas cuando me abrigabas en las noches invernales. Como nevaba…copos cayendo sobre mi cuerpo, sobre esta alma corroída ahora por el tiempo. No pienses mal, es que todo cambia. Todo gira y gira hasta toparnos con tapias de acero. Ya no puedo más por ello te escribo, te escribo…bajo la luz de una vela que se extingue, que nace, que se revuelca bajo mi respiración. Inspiro y espiro. Espiro e inspiro. Así es la ruta que hemos de tomar, un continuar de bajar y subir por las trepidantes piezas de un piano que se pierde, que se pierde…Te imagino leyéndome cuando sacas a tu perro flaco, eso te encanta. Te imagino en la noche bajo farolas ancladas a tu paso. Te imagino pensando pobre loca. Pero no importa. Te escribo y te escribo, me gusta.  Me gusta que me huelas con el perfume de la lejanía. Ahora te dejo, estoy aquí desnuda, sentada, mojada, retorciendo cada instante evaporado de nuestro ayer. 

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