Te escribo. Sí te escribo con las alas empolvadas de cierta
nostalgia que penetra y penetra en vientre azul. Me arrincono en estas palabras
que soplan al vacío. Cansada. No sé por qué. Me siento cansada. Un cernícalo
viene a buscarme con su vestido pardo y me lleva por senderos donde yeguas se
precipitan eufóricas en la ventura de hallar ese talismán que le ofrezca sueños
benevolentes. Vuelo y vuelo….sí, vuelo más allá de espejos rotos que pisan mis
manos agotadas. Y el por qué de esta declaración….no sé. Hoy he visto el sonar
de campanas que se encogen y estiran en la prolongación de mi sombra. Será la
muerte. No. Son los pedazos de heladas miradas que se ofuscan en la caída de
una tarde. No te llamo ¿Para qué? Mi voz temblorosa arruinaría cada pieza
implantada en nuestra extensa amistad. Sí, te escribo, dame tu mano, dame tus
palabras, algún tipo de conversación que me libere de esta pesadez. Jornada
gris, jornada terrosa que empaña nuestros rostros. Y la luna, ¿dónde está? No
es tristeza, ni nostalgia simplemente un eco ciego de desgana. Me desnudo. Me
fumo un cigarrillo. Agua fría corre por piel, agua que me hace revivir,
continuar en este destino. Recuerdas cuando me abrigabas en las noches
invernales. Como nevaba…copos cayendo sobre mi cuerpo, sobre esta alma corroída
ahora por el tiempo. No pienses mal, es que todo cambia. Todo gira y gira hasta
toparnos con tapias de acero. Ya no puedo más por ello te escribo, te escribo…bajo
la luz de una vela que se extingue, que nace, que se revuelca bajo mi
respiración. Inspiro y espiro. Espiro e inspiro. Así es la ruta que hemos de
tomar, un continuar de bajar y subir por las trepidantes piezas de un piano que
se pierde, que se pierde…Te imagino leyéndome cuando sacas a tu perro flaco,
eso te encanta. Te imagino en la noche bajo farolas ancladas a tu paso. Te
imagino pensando pobre loca. Pero no importa. Te escribo y te escribo, me
gusta. Me gusta que me huelas con el
perfume de la lejanía. Ahora te dejo, estoy aquí desnuda, sentada, mojada,
retorciendo cada instante evaporado de nuestro ayer.
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