No dejar danzar con el ronronear del oleaje cuando la
ventisca tétricas nos encausa por sendas mal olientes. Disipar el disparo
inoportuno cuando avanzas tras las praderas infinitas de la belleza, del amor,
de las deliciosas colinas embargadas en silencio. Encasquillarse con el resoplido de una mirada que te desnuda,
que te absorbe como semilla que ha de nacer en las travesuras del corazón, del
corazón…Viva. Sí, viva en el forcejeo con las rotas alas impulsoras de la
libertad. Continuemos…continuemos en la severa rectitud de un sol embriagador
de sonrisas. Abracémonos…abracémonos cada vez que nuestros ojos aislados sean
vertiente de la tersa brisa de las flores. Por favor, color y color, tatúa mis
sentidos con los valles endulzados de paz, de armonía.
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