La noche. Tres rostros perdidos en la luz de unas velas que
se mecen al son de la brisa. Nubes afuera, nubes y frío. Mes de marzo del año
xxxx. Tres rostros que en la noche se convocan en una mesa redonda bajo un
degastado techo. Tres rostros que están en silencio, esperando, esperando que
alguno se decida hablar. Uno levanta la mano “ esta esfera está impregnada de
sangre y hambre, los recursos infinitos se han condicionado al poder, mientras,
niños y niñas soportan grotescos fardos para su beneficio, hay que detenerlo”.
El segundo alza su brazo, con lágrimas en los ojos hablas” la huída de la masacre,
la huída de la atrocidad, nuestras fronteras están absortas ante tanta y tanta
desgracia. Caravanas de sangre, caravanas de hambre, caravanas de frío,
caravanas de injusticia. Esto no puede seguir así, todo se destartala, todo se
dilata en la ruina de este mundo, un mundo insalvable.” El tercero yerta su
mano” tenéis razón. Todo es caos y desorden. Adiós querida tierra. Tierra de
nadie y de todos a la vez.” La noche. Tres rostros envejecidos por las ojeras
que vuelven a callar. Cuando se hayan ido esa casa será ceniza. Velas que se
apagan. Tormenta que se aproxima. Un colapso en medio de la mesa que parece
rajarse. De ahí mano un árbol. Un árbol sin hojas, sin raíces. Solo un troco
seco y hueco. Todo ha terminado.
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