Y nos trasladamos al solemne silencio de las vastas
callejuelas del ayer. Sueños perdidos, abandonados silencios donde el resonar
de una tenue brisa nos brinda sosiego. Sí,
silencios donde el enaltecimiento de lo añejo nos persigue a través de los
sueños. La jornada gira y gira ante perros invisibles que ladran al vacío, a
esa nada que oscila en nuestro yo. Cuerpos que se disipan bajo las piedras de
la conciencia que en caravanas se yerguen al reposo, a la calma de tierras
abandonas al callar.
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