Aquí escondida. Cuanto tiempo eres secuela del dolor que
engendra sueños del ayer. Deberías, digo
erguirte sobre montes nevados donde la calidez de los rayos solares alumbre tus
nuevas singladuras. Permaneces aislada, rodeada de un que sin hacer mientras
las horas dormitan en tu espalda ¿Por qué?, me digo. Ya no hay palabras para
tenderte ese ánimo que te haga vertical. Lloras y lloras por las ilusiones
perdidas. Lloras y lloras por el retorcimiento de tus huellas. Lejos, muy lejos
donde habita el olvido.
Sí, esconderme. Sí, tu mirada, tus palabras. Halito valiente
de hallarme en este rincón donde los robles se entregan a la pena. Me apetece,
qué más da. Me siento cansada, aliada a una fuerza brutal que me filtra por
permeables paisajes de la nada. Sí, esconderme, tras las tapias inaccesibles
para mis deseos ¡Mírame¡…me siento cansada, martillos danzantes brotan de ese
sol que con su quejido me hace ser esencia de la nada.
Mira…mira pájaros azules vienen a tu encuentro. Pájaros
azules con la tonada de la vida, con la lluvia de un nuevo nacimiento distante
de las amarguras. Mira…mira, aquí están, sobre esta cima donde el frío se nutre
de tus pensamientos. Pisada fuerte, vuelos fértiles a través del arco iris que
anuncia nuevas vivencias.
No…no quiero verlos. Ciega soy a su trinar, sorda a su vivo
colorido. Aquí escondida, en las grutas de la desgana. No sé qué hacer. ¡Ay la
huída¡ un arco de iris me persigue…qué hacer. Tu insistencia me seduce. Tal vez…tal
vez algún día regrese pero me niego
ahora. Sola, bajo el sudor de estas montañas me siento bien. Barranco arriba, corro. No me vetes mi girar
y girar sobre mí misma. Aquí estoy bien con mí cavilar, con mi
agotamiento. Adiós pájaros azules. Adiós
arco iris. Sola, sí sola. Mucho daño hay en mis entrañas. Tanto que enterrarlos
sería brotar otra vez en otro mundo, en otro océano. Déjame en paz.
Adiós, me dices. Adiós, te digo. Cuando quieras…ya sabes…cuando
quieras llámame. Me acurrucaré bajo las sonatas de la pesadumbre cuando piense
en ti. Cuando piense en tu olvido. Ahora no tengo ganas de llorar por ti.
Quizás mañana, digo. Quizás cuando tu respirar se convierta en granizo lloraré
por ti. Como tú quieras…
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