Ven. Ven, te digo. Se serpenteante cometa sedosa en la
atmosfera que me columpio. Seres que se mecen bajo los insomnes astros de ese
cosmos que nos habita. Creciente deseo que ampute la pena de nuestras miradas.
Danzantes cuerpos entre los titánicos
sudores de nuestros vientres. Te yertas, te elevas y las tonadas de los pasos
se pierden en la sombra de un invierno donde los silencios de las manos esperan
el reboso de tu respiración. Ven. Ven, te digo. Cruza esa acera donde las retorcidas púas
rompen el devenir de las jornadas donde tú, donde yo somos vuelo alrededor de
faros de un mar sereno.
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