Como llegas, con la interrupción
de tu juventud. Campos donde se expande el refugio de tus huesos, de tu
espíritu. Has caminado bastantes tormentas y parece que no terminan. Te mueves
en un espacio donde la oscuridad de tu mirada se vuelve pálida, muy pálida.
Huyes de las grotescas manos del exterminio, de las interminables batallas al
hambre, a la sed, a la sangre que ante tus ojos se vuelve fosas infinitas.
Ahora aquí en las caravanas de la desidia, del terror, de los enfermizas manos
que manosean tu ser. ¡Como levantarte¡ te preguntas. Cómo seguir, continuar
hacia los paraísos donde la sonrisa demacrada se eleva y vuelve a ser persona.
Te asaltan, hacen de ti no más que mujer rajada por las lluvias de agujas del abuso
sobre tu entereza. No sé…no sé
Xx: Ando ante los espejos rotos bajo mis pies, sobre mi
cuerpo. Punzadas repugnantes me avasallan, me acosan hasta que mi verticalidad
cae en su peso ¿Qué hacer vida? Los tormentos se ciernen en mi sienes y este
sudor…oh, qué horror…este sudor me desploma, me deja desvencijada.
Vida: La ruptura del humano. Terroríficas aberraciones
contra tu condición de mujer. Un campo de refugiados de terribles
connotaciones. Bajas hasta la muerte y la ves. Te visita con toda su fuerza.
Ay, el dolor…el hombre gira sin razón bajo las fuerzas del mal. No les importa
tu inocencia, tu desprotección, tu hambre de alcanzar la paz. Quieres
levantarte pero rejas de espinas oxidadas te obstaculizan. Ay, mujer…qué hacer,
qué hacer para que la vida se construya sobre pilares firmes, justos.
Xx: Deseo que la muerte venga con su rostro sin ojos. Para
que luchar. Ya no soy nada y esta nada me rodea con su aroma más enrarecido en
grutas imposibles de salir. Estoy herida, herida de mareas violentas para el
continuar.
Vida: No…no al adiós. Todo tiene que cambiar. Este
desequilibrio global se tiene que extinguir. Fuera los llantos. Fuera las
cicatrices del daño irremediable. Avanza…avanza donde el sol se yerta con su más
alto canto. El frío te corroe a igual que esas manos…manos nefasta para el
proseguir de tu trepar por las arboledas de la libertad, de la paz. Se fuerte,
aguanta un poco más, te suplico.
Prosigues, avanzas con tus lágrimas de sangre, de sudor. Qué
pasará después. No sé. No quieres saberlo. El futuro se envuelve en sábanas
blancas donde te retuerces, donde tu huída se ve alterada por alambradas
torturantes a tus sentidos. Por qué…por qué…
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