X: Que haces querida.
Y: Navegando bajo las inclemencias de la tempestad.
X: Por qué. Hoy parece una jornada plácida.
Y: Crees tú. Me arrimo a los destrozos de la humanidad. Me
arrimo a la lucha por la vida. Me arrimo a ese sol que menciona la mediocridad
de los seres. Me arrimo al hambre, a las guerras desconocidas, a las
injusticias enhebradas por cada huella que dejamos atrás. Me arrimo a esos
prejuicios que amputan a los ojos, a la razón.
X: Te comprendo. Sí, esta tierra parece una cacería de almas
desesperadas por el poder. Pero no te amargues. No cambiaremos. Todo es utópico
para la buena ventura de este globo. Nosotros minúsculas motas de polvo en
medio del gran Dios, el universo.
Y: Gracias amigo mío. A veces pienso en la muerte. Sí, esa
muerte metamorfosis de la belleza. Una muerte digna donde el resoplar de la paz
se arco de colores venidero. Sufro. Un sufrimiento que me aspira, me desinfla
en el continuar de mi camino. No, no más sangre. No, no más inocentes criaturas
esparcidas por los océanos. No, no más trincheras perforando el vientre del que
desea la armonía. Muerte ven. Ven con tu hocico de navajas, con tu solemne
ritual para el renacer en un mundo mejor.
X: No querida. Ven
conmigo. Seamos túnel que atraviesa este tormento. Dame la mano. Revivamos
nuestros instantes felices. Por un momento olvidemos la crueldad que está
elaborando en esta esfera. No a la muerte. Si al renacimiento de boscajes donde
se guarece la calma. Olvida. Censura cada cárcel que nos ahoga. Andemos juntos.
Creo que no hay nada que hacer. Hoy el astro rey luce su mejor traje. Una
bóveda celeste en su amplitud nos ampara. Corre una brisa estimulante, llena de serenidad.
Embarquémonos en los túneles nutrientes de luz.
Y: Si amigo mío. En vertical sobre fosas alejadas de nuestra
vida. Continuemos. A lo mejor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario