Te estaba llamando. No me digas el por qué. Pero si….te estaba
llamando. No por necesidad sino que el columpio de las constelaciones se
arrimaban a mí. En ese momento pensé en ti. Me gusta recordarte, rememorar
aquellos instantes vividos de antaño. Ahora estoy frente la frescura de las
mareas y te llamaba. Aquí sola en la aurora que hace el despertar de los
cuerpos y los induce caminar por una orilla de tersa arena. Sí, te llamaba. Quería atravesar ese océano
para que tú vinieras a mí. Estrellas marinas y caracolas a mi paso. El eco
sonoro del grito mudo revolviendo mi vientre. Las campanadas lejanas de alguna
iglesia en su mestizaje con el rumorear de las olas. Todo se llena de soledad
en esta playa. Ávidas gaviotas posan frente a mí y los astros huyen en el manto
de un firmamento broncíneo. Sí amanece en este otoño. Mis pisadas se hacen
lentas. No hay nadie. Será el frío. Te estaba llamando. Con el poder de mis
sentidos más allá del horizonte. Aquí estoy. Tu lejos, muy lejos…te estaba
llamando.
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