Despacito, agua que sube y baja por las rocas deformada por
la vejez. El oleaje bravo y furioso arriba sobre las penas y un ánima flota
sobre el océano. Sus movimientos lentos simulan una danza donde bebe de la
luna. Despacito, despacito…el rigor de los caracteres impregna este orbe cuya
negritud avanza al vacío. Siembra de tala aberrante a las arboledas de la vida
y pueblos condenados a la huída. Y ella danza. Si, si…sobre ese liquido
violento a la espera de la lumbre de unas manos limpias que le den ánimo. Llama a las aves, vuelo certero por este
mundo oscuro donde el gemir de algún niño muerto desencadena la lucha contra
fuerzas brumosas. Y llegan Náufragos,
refugiados en la desidia. El otoño aprieta y después ascenderán bajo las
inclemencias irreductibles del abandono. Cuerpos caídos, tribus desviadas del
ritmo del nocturno. Despacito, agua que sube y bajo por las rocas deformadas
por la vejez. Un ánima se eleva, trepa por riscos exhalando un lamento. No la
escuchamos pero desvencijada arremete contra las espirales de navajas a la
libertad.
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