Una luna que roza la polución. Cráteres silenciosos en la
densa espesura de una bóveda anaranjada.
Andamos con nuestra fisionomía a través de los cantos del crepúsculo.
Todo está callado, todo rememorando cada huella dejada atrás. Un mundo extraño,
divergencia de pensamientos que amputan el sentido de su belleza. La paz, mensajera cuya calma se encoje bajo
las cenizas de la nada.
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