Espaldas húmedas sobre cayados nacientes de pozos. Un viejo árbol
que te habla de ese ayer rajado en la mirada. Lágrimas conformando en el adiós.
Sí, el adiós. Cansancio sería la palabra correcta. Un agotamiento creciente en
murallas de ortigas. Sí, me voy. No sé
quiero dormir. Dormir bajo los brazos de arenas donde el ronroneo de las olas
me alejen, me acoten cada paso, cada ojos en la vertiente de la oscuridad. Sí,
adiós. Dejadme descansar…
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