Hoy me he levanto con el pensamiento cierto de escribirte.
Un deseo ansioso me lleva a decirte estas palabras desde aquí, desde la lejanía
de nuestros ojos. No sé estoy aquí bajo una lámpara que da lumbre a mi lápiz intentándote
decirte algo. Ya sé que somos ajenos a esto que está ocurriendo en la atmósfera
que nos envuelve pero he de decirlo. Hay gentes que vomitan niños que a la
deriva transcurren en la frontera. Sí, vienen en masa. Una masa enorme de
humanos que se apiñan en busca de aliento. La guerra en otros confines de esta
esfera está haciendo estragos en ellos, ideas absurdas que acuchillan la paz,
la hegemonía de la armonía. Ahora vienen aquí, huyen de tanta miseria, de tanto
miedo, de tanta destrucción. Me pregunto qué humanidad cruza en nuestros
caminos. La barbarie impera en nuestros impulsos. Espera, está amaneciendo
quiero observar ese nacimiento de la jornada que parece bella. Sí, bella para
nosotros, no para otros. Me quedo ensimismado con ese astro rey del crepúsculo
que nos ofrece una gama cálida de tonalidades. Qué lástima que para otros sea
nada más que una bruma de la que han de escapar. Escucho el lamento crónico de
una esfera que se hunde ¡Qué horror¡ Mis sentidos me dicen que como ciudadanos
de este mundo todos somos iguales. Da igual el color, el país. Se me revuelve
el estómago cuando las imagines de los refugiados se apiñan en sudor y espanto.
No sé por qué te escribo esto. Tu ya lo sabrás. Pero tenía la necesidad de
contarte algo, algo que está sucediendo y que nos incluye a todos. Muchas cosas
han de cambiar. Una conciencia abierta y pacífica debe impregnar a los seres
humanos. Por qué. Observo como el sol se columpia en el horizonte. El día es
claro, de un celeste puro y bello. Me
tomo mi café. Dejo que mi cigarrillo se desvanezca en este impulso de
escribirte. Sí, de escribirte, es necesario. A veces tengo ganas de vomitar. El
por qué es incierto. Será este malestar, esta impotencia de un mundo
equilibrado. Quizás vaya a dar un paseo, saborear la calma que se vive aquí por
unos instantes pero no sin antes despedirme. No pienses que estoy mal solo las
nauseas de esta barbarie. Unas nauseas de los desastres de la guerra. Batallas estúpidas
del humano. Grotescos son, nutriéndose de vidas inocentes. Por ello te escribo,
es una desesperación de que todo esto acabe. Cuando veo a un crio muerto de
frío me estremezco. No….no lo soporto. Te dejo ya. Quiero que me entiendas, que
comprendas este pesar mío. Adiós querido amigo. Espero que todo finalice. Bien
o mal pero que termine las bestialidades negras del ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario