Un pajarillo picotea tus manos
cuando en la calma de las mareas estas tumbada sobre la arena. Te dejas. Su
cosquilleo te lleva a lugares lejanos donde la luna eterna no deja de observar
tu cuerpo. Te sientes bella, una mezcla entre paz y equilibrio. A veces piensas
en el por qué de tanta prisa, en el que sentido esta esfera da la vida. Huyes y
te recoges en lo hermoso de las palabras de las olas, en el picoteo de ese
pajarillo perdido en la orilla. Sonríes y te dejas llevar. Qué más da el paso
del tiempo. Todo sigue igual. Mañana volverás al mismo sitio y con tu mirada al
horizonte enterrarás el malestar de los rostros conducidos por calles vacías.
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