Un brisa que viene. Una brisa que
va. Envueltas en figuras de nubes cuando el eco de las gaviotas es sonoridad
entre nuestras carnes. Caminamos.
Andamos por los vestigios incandescentes de los astros que alumbran nuestra
mirada. Agotamos nuestras fuerzas en la ruta infinita contra los poderes de la
oscuridad. Y de nuevo nos engendramos,
de un vientre plano conquistamos un
pedacito de firmamento que nos dirá de nuestro destino. Un destino que a veces se envuelve en brumas
cuando el alba atiza con las filigranas plomizas. Pero seguimos, nos ausentamos
de toda realidad y somos amplitud de los sueños.
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