Dices que si saber de esos vuelos a otras esferas. Te
entregas a un alma que dice velar por tus sueños sin darte cuenta que existen
más oportunidades. Huyes ensimismada en esa mirada que por primera vez beso tu
cuello sin saber otra maneras de erigir tus pisadas. A veces te hallas envuelta
con un traje monótono de grises pétalos que te llevan, que te conducen por
calles obsoletas donde los rostros se pierden. La noche te atrae. Noches sin
luna doblan la esquina y temes convertida en silencio. Prefieres el mismo y apagado
ritmo de las palabras que el te desvela y no te das cuenta del grito alegre que
se expande ante ti. Mira…Sí, mira, te digo. Como el nocturno embellece los
cuerpos que aspiran al nuevo sabor de los reflejos de una luna que prodiga
singladuras a través del viento. De alguna manera tendrás que liberte.
Convencerte de que esas alas vigorosas que ahora duermen en ti se izaran y se
lanzarán a la mar hasta aquel faro ¿Es que no lo ves? Las horas pasan, los años
son cansados pero tendrás que olvidar. Pero no. Sigues en esa muerte, velas que se enciende a medida que vacilas si salir o
entrar, si seguir o parar.
Seguir o parar quedarme aquí en
la duda. Estar estancada. Morir lentamente. Dejar el ancla bajo las
profundidades. Creo que me he perdido. Ambulo como tú dices en calles sin luna
y todo me da igual. No sé. No sé cómo resurgir bajo este fuego que aprieta mi
vientre. Sí, me he perdido en las lagunas aburridas de la desidia. Todo me
cuesta. Me cuesta tanto….que cada peldaño son rocosas inaccesibles, intangibles
a mis pisadas ¡Mis pisadas¡ ¡No las siento¡ Se sumergen en un pozo de ilusiones
acabadas, ilusiones inexistentes. Compréndeme. Escúchame. Cavo y cavo mi fosa.
Así despacio, sin que nadie lo perciba. Pero tú vienes y me ves. Ves lo hondo
de ella. Inerte soy. Mis sentimientos y emociones están ahí hondo, muy hondo.
Tendré que trepar y el sudor y la fatiga me hace presa, indefensa ante las
barbaridades que incrusta la vida. Oh, la vida. Ya se fue. Ahora déjame.
Resignada me encojo y bajo la sombra de cipreses me apetece dormir. Dormir
eternamente.
No. Aun la vida te llama
¡Escúchala¡ ¡Escúchala¡ El tintineo de las aves que una vez a tu ventana fueron
a visitarte. El abrir de las flores cuando el crepúsculo se enciende en
colores. No, amiga. No me dejes. Retorna al mundo de los vivos. Corretea como
feliz guirre en las llanuras que te dan frescura, que te dan libertad. No. No
me dejes, desencadénate y se tu misma.
No querida. Aquí me quedo. La
fosa ya está terminada. No nada más.
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