Un ángel que cae. Secuelas que seducen el renacer de una
nueva energía en el sentido de las alas plateadas de la lluvia. Lágrimas que
emocionan, que se derraman en un vaso torpe como agua que bebes. Andamos bajo el influjo de un mundo de
arboledas pronuncian palabras tersas. Las seguimos y somos singladuras de un
viejo baúl secretos de nuestra reconditez. Secretos que se expansionan y
contrae como el universo que nos ampara. Rastros de luna vieja se mueven en
ellos condicionando el quehacer del
mañana. La vida que surge con su haz tembloroso a ras de nuestros ojos, la vida
que brinda cada huella dejada atrás.
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