No se la tarde transcurre serena con su aliento de pétalos
que se expanden sobre tu vientre. Vienes y no sabes que hablar. El silencio no
se seca e intento danzar un beso a esta atmósfera que nos rodea, e intento
acariciar cada una de tus heridas. Heridas que desean huir pero tú terca
memoria las trae una y otra vez. Olvídate te digo. Olvida cada regreso de las
tinieblas que te prensa en un andar vago, monótono. Te gusta ponerte triste,
lanzar gemidos que perros grises recogerán con su llanto. Tiemblo. Tiemblas en
la perdida de tus ganas. Ven aquí, te digo. Abrázame, prométeme que no más
serás reminiscencia de las luces apagadas en tu vida. Admira esta tare donde el
azul del cielo parece la paleta de un viejo pintor. Calles vacías. Paseemos,
dame la mano. Que la fuerza sea contundente y ya no dirijas más de callada
manera a ese muro edificado por tu memoria. Un beso. Solo uno. Los pajarillos
avanzan en su juego mientras la ciudad duerme ¡No lo escuchas¡ Arboles que permanecen
intactos en el tiempo y las ramas por una brisa suave emiten una cierta canción.
Agarrémonos a ella con el hermoso aliento que trae la tarde.
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