Arriba, nubes preñadas de imágenes que se van esparciendo en
los rostros de ojos cerrados de los sueños. Avanzas ante la tempestad de las
naves vacías que van a la deriva de tus inquietudes. Te arrimas bajo el lucero
de la mañana conquistando pedacitos de corazones extraviados por la oscuridad
de sus profundidades. Y a ti misma te dices “ Qué será. Qué será de las cartas
derivadas al infinito de un universo que cambia, que se transforma, que se
contrae y expande con el suceder de las estaciones. Cartas abandonadas a su
fortuna cuando el nocturno nos retuerce en los recuerdos. Ay, aquel ayer lleno
de gozo, balanceado en la alegría de
tenerte aquí”.
Xx:
Vienes y vienes en el suceder de las jornadas. Plomizas hoy,
envueltas en una penumbra que aborta los reflejos de la luz. Aquí estoy en el
cavilar incesante de mi reconditez. Soy oscura. Soy latente. Soy pardela
perdida en el infinito de mareas negras. No sé por qué tu espíritu regresa a
mí. Con sus formas de nombrarme, cuando soy aliada del olvido.
Yy:
Sí, vengo para ver. Para hallar que ya en ti no hay lamento.
Solo el resonar de una sonrisa que repartes en cada paso con tu belleza.
Xx:
Sonreír dices. Ja, ja. No ves mis ojos, plenos de amargura
por donde quiera que pisa. Los desiertos se han hecho hueco en mí. Me aíslo. Me
destierro donde las golondrinas no puedan besarme. Nada me hace feliz. Estoy
abúlica, desganada, impertinente con el rito de la vida. Son tantos años de
luchas, de deseos no hallado…Huye. Huye de mí. Ya es demasiado tarde. Estoy
cansada, déjame dormir.
Yy:
Dormir…Así desde la huída de mi ser. Ahora regreso para ver
tu espabilar en las tonadas del despertar.
Siempre una nueva oportunidad brota como brotan las magarzas cuando el
alba anuncia nuevos retos.
Xx:
No. No me nombres el amanecer. Este amanecer envuelto en jardines
de brumas. Márchate, déjame dormir.
Déjame dormir fueron sus últimas palabras. Palabras que se extendían en un universo lleno
de paz.
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