Flores de una tormenta que se avecina. El levantamiento de anclas que volarán a ras
de una noche de luna. Ahora, la calma, las palabras.
XX:
Amantes de la soledad. Amantes del olvido. Amantes del
adiós. Eso será lo que a partir de ahora seremos. Todo ha acabado. Y con este
peso del ayer y del hoy nos despedimos. Fardos de aniquilación del amor de
aquella pasión de los primeros años sobrevuelan ahora este firmamento como
astro que se extingue. Las horas pasan y aun estás aquí. Márchate. Cierra
despacito la puerta y solo con tu sutil mirada comenzaremos un nuevo sueño.
YY:
Ah, un nuevo sueño…Como cuesta después de tanto tiempo.
Amantes de la soledad. Amantes del olvido. Amantes del adiós. Las olas rompen
sobre las ventanas ¿Están abiertas?
XX:
Si
YY:
Ciérralas. No quiero oír su cántico una y otra vez. Siempre
lo mismo, la misma monotonía. No más que navegaremos en un mismo velero. Faros
cuya luz irá palpitando según el rumbo que tomemos. No me des la espalda mujer.
Ah tu atracción por el mar. Ahora quedarás con él a solas. Es verdad, siempre
lo he detestado. Yo hijo de los árboles mecidos por las alas del viento me
disuelvo bajo los espíritus de la despedida.
XX:
¿Aún no te has ido?
YY:
No
XX:
Vete. Recuerda, la puerta. No quiero sentir este instante
como eterno.
Amantes de la soledad. Amantes del olvido. Amantes del
adiós. El silencio en sus miradas. La nada en sus corazones. Lentamente se cierra la puerta. Lentamente se
abren las ventanas. El oleaje desempeña el coraje de llamarla, de llamarla.
Ella lo escucha. Atenta sus ojos son antorchas de melancolía. El viento viene y
arrastra a favor a ese hombre cabizbajo pero seguro. No mira atrás. La noche
sin la plateada lo consume en nostalgia. Nunca más se dice. Nunca más se dice
ella. Amantes de la soledad. Amantes del olvido. Amantes del adiós.
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