Algunas veces navegas por
infranqueables tierras donde el zumbido de la tormenta te hace avanzar y
avanzar. Te da igual. Sigues aunque bloques de acero se interpongan a tu paso y
tus huellas borradas por lenguas de alfileres. Caminas, lenta pero segura bajo
el hechizo de tus deseos, de aquello que anhelas. No existe el cansancio de tus
alas de arco de colores, de tus piernas de piedra viva. Sigues con el tintineo
de un ave azul que guía tu corazón, tu razón. Y no piensas. No. Apartas de ti
toda esa virulencia que nos vemos envueltos en el paso de las jornadas.
Lágrimas que desembocan en un pozo seco del cual no beberás. Algunas veces
sientes el peso en tus manos, en tus párpados pero el alegre comienzo de una
tonada que viene del viento, del viento te hace ser de vuelos eviternos, sumisa
a tu yo, a tu ser. Ánimo, te digo. Admiro tu veracidad, esa verticalidad que es
aliento hacia nortes benevolentes, nobles.
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