Ábrete con las ventanas que
insuflan el aroma del invierno ciego. El viento y la calima viene con sus
latidos fugaces hasta translucir nuestro cuerpo. Cuerpo que cae. Cuerpo que
transparente refleja la oscuridad de sus ojos. Alas rajadas al son de un ocaso
que anuncia la dejadez, el estar cansado. Te abres y te dejas llevar por cierta
melodía. Siempre la misma que hace que tu vientre se estremezca, que hace que
tus manos impulsivas acaricien los cirios del universo. Y la plenitud llega.
Llega de callada manera. Que más…Que
decir solo las palabras del silencio son cima
que soplan en tu paso al norte, al norte…
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