Pájaros
enjaulados. Manos rotas. Rostros que se difuminan en la oscuridad. Náufragos de
un viento que asola hasta una orilla. Arrastrados, condenados, apiñados en los
escombros de unos puñales que les llevaran a la concentración entre rejas.
Presos, marginados, heridos por un sueño que se revuelca en tierras tenebrosas.
Habéis llegado cansados, cansados de vagar en vuestro pecho la esperanza.
Murallas y mentes rancias se ponen en vuestro camino. Y ahora navegáis como si
las velas alzadas al sol se hubieran oscurecido. Destino incierto el vuestro
bajo las garras de un enrarecido olor que rodea estas ínsulas. Adiós, gritáis.
Un adiós que hace temblar los pilares de la humanidad.
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