domingo, noviembre 09, 2014

La cueva

“Ahí. Ahí están esas cuevas que nos habían dicho en sueños. Cuevas donde el circular del viento y el agua emiten cierta esperanza. Introduzcámonos. Todos. A la vez para que el sonido de sus oscuridad nos de la luz de nuestros pasos a dar.  Vamos compañeros. Agacharos, retorceros. Y todos seremos ese navegar por el cuerpo de roca de este rincón inhóspito.”, dijo uno de ellos.  Se agacharon, se retorcieron y como serpientes de carne y hueso rastrearon aquella cueva. Iban en busca de la verdad. Esa verdad que se adentra en nuestra reconditez y pace en las esferas del alma. Ya dentro de ella hallaron estalagmitas, estalactitas y pudieron erguirse de nuevo. Solo la luz de una antorcha los alumbraba. El goteo incesante del agua era eco que los hacía tambalearse de vez en cuando. El piso era resbaladizo. Seguían caminando, con esa antorcha que a veces parecía que se iba a apagar, el frío correteaba por sus venas. Al final de ella se encontraron con tres espejos. Tres, ellos eran tres. Cada uno se detuvo en uno de ellos y desaparecieron absorbidos por el. La cueva vacía y los tres espejos. Al rato cada uno de ellos comenzó a mirar desde el interior de el. Cada uno veía sus dos compañeros reflejados por el espejo que había sido absorbido. Se llamaban el uno al otro, el otro al uno ante ese encuentro. “ Qué es la vida aquí adentro. Observo una inmensa llanura donde yeguas de arco iris corren detrás de un rayo azul. Todo es hermoso, perfecto”, dijo el primero. “ La luz de una luna llena hechiza los riachuelos animados por el ritmo bello de una canción de peces, de árboles cuyas raíces nacen de él. Todo es hermoso, perfecto”, dijo el segundo. “ Ay que tarde, con ese cielo excelso, con el impecable aleteo de las aves que en migración van de un lado a otro. Todo es hermoso, perfecto.”, dijo el tercero.  Pasaba el tiempo, cada uno dentro de un espejo. Ellos no se percataban, sus sueños se habían edificado fiero remar del esfuerzo. Cada uno compartía sus debilidades con otro de sus compañeros y así sucesivamente. No quisieron más regresar. No quisieron decir de su secretos atrapados en su mundo.


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