El nacimiento de un río que
inquieta a las aves que bajo el monte verde beben de su sabiduría. La calma
apremiante solo el mecer de las ramas cuando la brisa emana belleza. El
amanecer. Luces que evocan el equilibrio de las almas, de los pasos por las
insonoras orillas del horizonte. Y otra vez la conquista de nuestro corazón. Y
otra vez aquí estamos. Saboreando la
distancia, esa llamada de los fuegos de las miradas. Todo es mágico. Todo es ascensión
hacia al pico más alto donde lagos intactos en el tiempo transmite cierta
verdad. La verdad de lo grandiosa que es la madre tierra. Tu mirada. La mirada
de las arboledas. Cierro los ojos y dejo que me embriague de emoción, de su
abrazo honesto hasta el fin de la jornada. El río sigue su curso. Su agua
inmaculada crea unos lazos tan perfectos que me miro, me observo. Reflejada la
imagen de mi esencia me sereno y sigo su rumbo hasta la mar. Aquí estoy.
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